No hace mucho coincidí con ella. Me sorprendió su entereza. Y aunque creo que el elogio debilita, en este caso no sólo es justo, es también necesario. En el valor y en la bondad de Irene reconocí a todas las víctimas que como ella jamás pidieron venganza, sólo memoria, dignidad y justicia. Hoy, después de que Zapatero dijera que no podíamos conocer la última voluntad de las víctimas de ETA porque habían muerto, Irene le ha escrito para advertirle de que no creía necesario pedirle disculpas por haber sobrevivido.
A Irene no le importó descender de nuevo al infierno para recordarle al presidente del Gobierno lo siguiente: ?Imagino que recordarás las imágenes en que Johnny, cuyas mutilaciones le impiden moverse, intenta comunicarse con su enfermera. Esa es la escena que vivió mi padre cuando aquel 17 de octubre me encontró en el hospital, como él dice, hecha un ?guiñapo humano? (...) ?En aquel momento pidió a los médicos que me dejaran morir porque no iba a consentir que una niña tan inquieta y feliz viviera impedida para siempre. Quizá si mis médicos le hubieran hecho caso, hoy sí me considerarías víctima. Lo siento pero no voy a pedirte disculpas por haber sobrevivido?.
Zapatero ya se demora en contestarle y en pedirle perdón por sus palabras. A ella y a los que como ella sufrieron por todos y jamás exigieron desquite. A todos los que reclaman lo que es suyo. Haría muy mal el hombre más poderoso de España en olvidarse de que están ahí y de que antes de hablar con sus verdugos hay que escuchar a sus víctimas. No todas tendrán el entusiasmo de Irene ni, como ella, serán periodistas y capaces de explicarse tan bien, pero hay que contar con ellas, con todas ellas. Se lo debemos. Sólo gracias a ellas desterramos la venganza y no caímos en la barbarie.
Sin embargo, quien más agradecimiento les debe es quien más les ofende, el ?presidente por accidente?, que está donde está porque medió una masacre de la que dice que lo sabe todo pero de la que no nos cuenta nada. Es más, no sólo no es capaz de responder ni a uno sólo de los interrogantes que rodea el 11-M, ha ido mucho más allá, ha cerrado la Comisión en las que unos pocos trataron de preguntar por lo inexplicable. ¿Acaso duda Zapatero de que las 191 personas que murieron en los trenes de la muerte preferirían no saber quién les asesinó?
En cualquier caso, se equivoca el líder que nació un terrible jueves de marzo de 2004, no lo tendrá fácil mientras vivan en España jóvenes como Irene Villa. Desde aquí quiero darle las gracias. Aún recuerdo la primera vez que la vi en televisión. Pensé que no sobreviviría. Por fortuna, me equivoqué. Gracias a ella y a otros muchos como ella los españoles podemos hoy mirarnos a los ojos los unos a los otros. No todo está perdido. Irene es mucho más joven que el ?accidente? que ofrece diálogo a su verdugo. Escribe mucho mejor que él. Es más guapa. Y su sonrisa más sincera.