España Liberal, 2005-11-06
¿Y si la intención original del 11-M no hubiera sido causar víctimas? ¿Y si algunos de los actores pensaran que estaban participando en otra cosa?
No podía ser de otro modo. El pasado miércoles -cuando creyeron que ya lo necesitaban- Zapatero y Rubalcaba le recordaron a Rajoy el 11-M. El presidente del Gobierno acusó a la oposición de detenerse ahora en Cataluña -después de haber fracasado en su intención de servirse de todo tipo de dudas sobre la autoría de la masacre- poco después de que su portavoz acusara a los populares de mentir desde que volaron los trenes hasta la detención de Jamal Zougam. No obstante, por increíble que pueda parecernos, el líder del Partido Popular no les respondió. Su discurso -no me negarán que se lo pusieron a huevo- fue el mejor que se ha pronunciado en el Parlamento desde 1978, pero una vez más no quiso o no supo contestar a las gravísimas acusaciones que le hicieron los socialistas.
Y es que a Rajoy no le gusta nada que se hable de algo tan terrible. Trata -siempre que puede- de evitar el debate. Pero es inútil su pretensión. No le va a quedar más remedio que entrar en el asunto. Cuanto más se acerque en intención de voto el PP al PSOE, más le recordaran la matanza, las supuestas mentiras, la foto de Las Azores y todas las acusaciones de millones de españoles que entonces acusaron a la política de Aznar de haber provocado la muerte de 192 inocentes. No sólo por principios y por respeto a la memoria de las víctimas, por propio instinto de supervivencia, Rajoy tendría que responder a la infamia eterna y liberticida que quiere hacer pasar por verdugos a las víctimas.
Después de conocer todas las patrañas que nos han contado sobre la masacre, al líder de la derecha le sobran razones para preguntar por quiénes, cómo y con qué auxilio le robaron la cartera una espantosa mañana de marzo. No fueron ni El Chino, ni el Tunecino, ni Lamari -que quizás no esté muerto- ni los hermanos Almallah, ni Kalaji- agente del CNI- ni siquiera Al Jondi o todos los otros que aparecen de algún modo implicados en la construcción de la gigantesca tapadera que sirvió para que los españoles doblaran el lomo el 14-M. Rajoy lo sabe o tendría que saberlo. Si considera que nos resultará imposible conocer qué pasó, que lo diga y que deje su puesto a otro que sea capaz de transmitir más esperanza.
Ya nadie puede evitar -gracias a Zapatero- que el 90% de los representantes del pueblo catalán se hayan constituido en nación antes de recordar a no tardar mucho que una nación necesita de un estado. Es lo que hay y lo que quiso el presidente por accidente. Rajoy está obligado a tratar de impedir que se consume la traición. Pero no es ésa su única obligación. Se supone que es capaz de pensar y mascar chicle al mismo tiempo. Y por importante que resulte lo de Cataluña y lo que vendrá, no lo es más que saber si aquí ?como parece evidente- todo cambió gracias a una conspiración interna que respondió a un golpe de estado tan de libro como moderno. Me cae bien Rajoy. Ya escribí que le compraría un coche de segunda mano. Por tanto no soy capaz de entender porque huye de lo que por honrado no tendría que huir. Insisto, de nada le servirá. Una y otra vez, volverán con el tema los que más tienen que callar y ya saben que las piedras de Pulgarcito son de algodón.
Como han podido comprobar los lectores de España Liberal, desde que Luis del Pino desvela en Libertad Digital los enigmas que rodean a la masacre, no tengo mucho más que aportar sobre el 11-M. Aunque lo he intentado, no he sido capaz -ni creo que nadie lo consiga- de mejorar la formidable investigación de Del Pino. Pero permítanme que hoy comparta con ustedes las dos últimas preguntas que se hace el inestimable colaborador de LD y de City FM: ¿Y si la intención original del 11-M no hubiera sido causar víctimas? ¿Y si algunos de los actores pensaran que estaban participando en otra cosa? Si fuera así, todo se entendería. Disculpen la inmodestia, pero en algún sitio y hace ya mucho ?como algún otro periodista- me pregunté lo que hoy se pregunta Luis. Todo se entendería si resultaran afirmativas las respuestas a tan terribles cuestiones. No creo que exista un solo político en España que sea capaz de asesinar a 192 inocentes, pero estoy convencido de que más de uno es capaz de jugar con fuego siempre que sean otros los que corran el peligro de quemarse. Les aconsejo que no olviden las dos últimas preguntas de Luis del Pino. Sólo así se entendería todo. Lo de antes del 11-M y lo que vino después. Lástima que Rajoy no nos ayude a responder a tan terribles interrogantes.