La noche en la que Aznar comunicó a los amigos del periodista que estaba harto de él.«Es que no se puede oír. Las cosas que ha dicho Antonio son intolerables». FEDERICO JIMENEZ LOSANTOS desvela en De la noche a la mañana la cena que Luis Herrero y él tuvieron el 1 de mayo de 1998 con Aznar en Moncloa, en la que el presidente, muy tenso, afirmó que no aguantaba más las críticas de Antonio. La fatalidad hizo que al día siguiente el periodista muriera ahogado en Marbella. Extracto de dos capítulos del libro del director de «La mañana»
El 1 de mayo de 1998, Aznar llama a La Moncloa a Federico Jiménez Losantos y Luis Herrero para que rompan con su gran amigo Antonio Herrero. Al día siguiente, Antonio, el gran renovador de la radio española, está muerto. Tras unos funerales multitudinarios y emocionantes, Luis y Federico tendrán que hacerse cargo de los dos grandes programas de la COPE para salvar el legado de libertad de Antonio y la continuidad de la cadena. Así comienza este libro trepidante y vertiginoso, que desvela las verdaderas relaciones entre la política y los medios de comunicación en España, todas las operaciones de fusión multimedia auspiciadas por el Poder, la lucha por la independencia de algunos periodistas y las tentaciones continuas que les rodean. Nunca en España se ha escrito un libro tan descarnadamente sincero sobre los entresijos del Cuarto Poder. Y literariamente, nunca Jiménez Losantos había desplegado una prosa tan acerada, humorística, descarnada, brillantísima. Es, quizás, el mejor de sus libros.
El editor de Libertad Digital, Federico Jiménez Losantos, recuerda en la introducción del libro "España y Libertad", publicado por Martínez Roca, que "la libertad es bien escaso y hábito peligroso", pues "pensar y actuar por cuenta propia no ha sido nunca conducta que suscite el afecto de las masas". Losantos hace una viva defensa de la idea de España, cuya "demolición no podría producirse sin una demolición de la idea de libertad".
(Libertad Digital) "El amor a España y a la libertad son la misma cosa. Pero con la libertad siempre por delante", escribe Jiménez Losantos en el prólogo ("España, búscate la vida"), compendiando en una sola línea lo más esencial de su pensamiento. Y añade: "La demolición de la idea de España no podría producirse sin una demolición de la idea de libertad, sin la jibarización de las libertades individuales que [la izquierda del pasado] rechazaba por 'burguesas' y que hoy rechaza por 'españolistas' o 'centralistas'".
"Nos hallamos en esa situación típicamente revolucionaria en la que el pasado ha muerto y el futuro aún no ha nacido; en que las leyes de ayer ya no rigen pero no sabemos qué leyes regirán mañana", advierte en otro pasaje el editor de Libertad Digital. Y vaticina: "el estallido tardará pocos años, pero quizás los suficientes como para que los dos septuagenarios que pudieron impedirlo en vez de prohijarlo se hayan jubilado o pasado a mejor vida, si alguna les parece mejor que la que llevan".
A juicio de Jiménez Losantos, "la secesión catalana no es el proyecto políticamente homicida de una parte, sino la voluntad institucionalmente suicida del todo". "Sobre todo", añade, "cuando la jefatura del Estado lo acepta mirando hacia otro lado, como si, a diferencia del 23-F, este cambio de régimen no le afectara".
El fenómeno mediático que es Federico Jiménez Losantos nació a principios de los años noventa desde el programa La linterna que dirigía Luis Herrero en la cadena COPE, donde hacía la revista de prensa del día siguiente y se batía el cobre contra todos en defensa de posturas políticamente incorrectas. Yo lo descubrí por aquella época, al caer un día el dial por casualidad allí donde alguien por fin hablaba con sensatez del conflicto de Chiapas.
Así es como Jiménez Losantos ha "enganchado" a sus oyentes: con sensatez. Es un hombre de buena dialéctica y gran cultura, aunque la razón de su éxito, pese a un carácter atrabiliario que no gusta a todos, reside más bien, pienso, en la cordura con que analiza cuestiones que estábamos acostumbrados a ver analizadas a base de clichés de fabricación progresista.
Jiménez Losantos ha ido fraguando su carrera periodística hasta el punto de convertirse en uno de los líderes de opinión más importantes, como ha demostrado desde sus columnas en 'El MUNDO' y en 'Libertad Digital'. Ahora se afianza como tal editando un libro que incluye una selección de sus artículos cuyo conjunto invoca un recorrido por los sucesos más recientes y relevantes para la sociedad española.
Federico Jiménez Losantos es, desde hace veinte años, uno de los creadores de opinión más influyentes de España. Intelectual, poeta y ensayista, entre sus libros destacan ?Lo que queda de España?, ?La dictadura silenciosa?, ?Los nuestros? o ?Poesía perdida?. Pero debe su popularidad a una infatigable actividad periodística, tan discutida como premiada. Director de la revista de pensamiento ?La Ilustración Liberal? y editor del diario en Internet ?Libertad Digital?, su columna de ?El Mundo?, su página de ?Época? y sus cuatro horas diarias de radio al frente de ?La Linterna? en la cadena COPE son una referencia política inexcusable, especialmente en el centro-derecha nacional.
Creo que es innecesario presentar -y menos en estas páginas- a Federico Jiménez Losantos. Tan sólo precisar que al tratarse de alguien tan significado en el periodismo y, desde el punto de vista literario, en el ensayo, más de un lector se puede quedar sorprendido al descubrir esta faceta de su personalidad de escritor. Las fechas que ostenta el título (1969-1999) habrán dejado clara la antigüedad de la misma y descartado cualquier veleidad del autor al respecto.
Los nuestros aborda de una forma original y brillantísima, con tanta información como talento literario, el inmenso legado cultural español. Cuando los ideólogos nacionalistas niegan hasta la existencia de España como nación y los historiadores marxistas la reducen a un proceso anónimo en clave de masas y necesidades económicas, Jiménez Losantos nos devuelve el placer de leer la Historia a través de la aventura individual de sus protagonistas. Personas de carne y hueso que a través de la política, la guerra, la literatura, la pintura, la ciencia o las ideas han ido configurando el perfil histórico de una de las naciones más antiguas del mundo. Aquí aparecen con su grandeza, cuando la tienen, pero también con su servidumbres humanas, muchas veces ocultas o desconocidas.
Después del comienzo de la Transición, que tantas ilusiones y expectativas despertó en lo político y en lo cultural, ¿qué queda de nuestras señas de identidad?, ¿qué queda de sentido crítico con respecto a la historia reciente?, ¿qué queda de la España que tantas veces floreció y pareció marchitarse en su larga trayectoria de pensamiento y creación literaria?
En su primera edición de 1979, Lo que queda de España fue un libro «maldito» por lo que tenía de análisis certero y crítica despiadada del panorama cultural sostenido por el emergente círculo de escritores y pensadores que conformaban la «progresía» hispana (de la actual progresía se hace un detallado análisis en el libro «Manual del perfecto idiota latinoamericano y español» escrito por Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Alvaro Vargas Llosa).
La última salida de Manuel Azaña es un libro de historia que tiene mucho de ensayo y que se lee como una novela. Cuenta la vida del que fue presidente y símbolo de la Segunda República española desde el momento en que atraviesa a pie la frontera pirenaica en febrero de 1939, en medio del inmenso éxodo de los vencidos, hasta su muerte y entierro en Montauban (Francia) en noviembre de 1940. En siete jornadas y un epílogo, el autor nos conduce a través de los sucesos increíblemente dramáticos que marcaron el viacrucis de un político que lo fue todo y lo perdió todo, que tras haber alcanzado tarde y por sorpresa el Poder y la Gloria, terminó su vida enfermo, abandonado, perdida la razón, persiguido por la Gestapo y los agentes franquistas que pretendían raptarlo para traerlo a España y fuslilarlo, aunque ya no era más que el símbolo de una derrota.
¿Existe todavía la democracia en España? Según muestra el presente libro con implacable lucidez, el régimen de libertades alumbrado en 1977 y sancionado por la Constitución de 1978 ha quedado en poco más que una cáascara vacía. En nuestro país se está imponiendo, de forma sorda e imperceptible para la opinión pública, una auténtica dictadura silenciosa.
Tras el hundimiento de la URSS y sus satélites de la Europa oriental, pudiera parecer que ya no hay nada que obstaculice el florecimiento de la libertad y la democracia en el mundo; sin embargo, los mecanismos propios del totalitarismo no han desaparecido en ciertos partidoe ideologías, y de manera especial en nuetro país.