Entrevista de Francisco Lucientes a Luis Jiménez de Asúa

El Sol, 17 de julio de 1931

Entrevista de Francisco Lucientes a Luis Jiménez de AsúaEntre las figuras de relieve que sobresalen con perfil propio a la hora presente en la intelectualidad está D. Luis Jiménez de Asúa. Catedrático culto, de actividad estudiosa, con la inquietud espiritual que define el momento, hace ya años, pese a su juventud, que tiene logrado un nombre en la zona intelectual española. Su acometividad contra la dictadura marcó en Asúa el punto de arranque hacia la política. La dignidad de la cátedra no es incompatible con el ejercicio de la vida pública. Formó en la falange de los hombres selectos que creyeron necesario, urgente, indeclinable, resistir al régimen.

Triunfó la república, y la fuerza del impulso no se podía detener. Es entonces cuando Jiménez de Asúa se decidió a ingresar en las filas socialistas como elemento militante. Su actuación romántica, de gesto estrictamente personal, terminaba, y el profesor aceptaba de buen grado la disciplina del partido.

Por eso ha venido a las Cortes encuadrando en la organización. Como un soldado de filas. De todos modos, la virtud es de la República. Es una de la valiosas incorporaciones que el régimen ha sabido hacer al Parlamento para que no falten en su integración los valores positivos de España.

A la actividad política, pronto parlamentaria, de Asúa va unida su labor de jurista. Pertenece a la comisión asesora y trabaja diariamente en su seno para preparar al Gobierno, y después a las Cortes, lo que ha de ser base inicial de las primeras leyes republicanas.

En la soledad de sus libros ante la mesa agobiada de papeles, en un descanso del estruendo parlamentario, encontramos al profesor.

-¿Ha terminado ya su labor de reforma del Código penal?

-Hoy hemos enviado a la imprenta el preámbulo que acompaña al proyecto de Subcomisión. Dentro de diez días espero que se podrá entregar al Gobierno. El proyecto es el mismo Código del 70 con modificaciones que sirven para modernizarlo. En ese preámbulo se explican las reformas: las hay de índice material y otras de técnica. Se han corregido algunos artículos que tenían errores materiales de importancia.

Se ha hecho la incorporación de las leyes de condena y libertad condicional. En cuanto a su técnica, algunos delitos recuperan su verdadero lugar. Otro de los aspectos esenciales que nos ha guiado en nuestro trabajo ha sido el de las reformas humanitarias. Por eso suprimimos la pena de muerte, hacemos desaparecer las penas perpetuas y la cadena. Se rebajan también las penas en la parte especial de algunos delitos, como falsedades y se da una mayor elasticidad al arbitrio judicial.

También era un problema fundamental que en el Código se establecieran normas, -artículos 82 y siguiente- para la forma de apreciar las atenuantes y agravantes. El que concurra una agravante no obligará ahora a aplicar la pena en su grado máximo. Se reducen a una sola atenuante las que antes eran necesarias para aplicar la pena inferior, no en un grado, sino en uno o en dos. Otra reforma importante es la supresión del artículo 438 en relación con el marido que sorprende in fraganti el delito de adulterio.

Hay innovaciones en lo que se refiere a las penas constitucionales. Se hace la reforma partiendo del proyecto de constitución de la misma Comisión asesora jurídica. Hecha la consideración de que la propiedad es un ejercicio, una función social, se castiga al que destruye sus propios bienes. También se castiga la usura.

-Las orientaciones de reforma penal, ¿terminan en ésta que se proyecta?

-No. Claro que no. La verdadera tarea vendrá después. Se trata de hacer un nuevo Código, pero ello es una obra de lentitud. Todos los países van despacio en esa tarea. Suiza empezó su Código en 1803 y no lo ha terminado. Alemania y Austria, en 1909, Suecia en 1916.

Sin embargo, pretendemos que en un año o año y medio pueda haber un anteproyecto. Lo discutirán los colegios de abogados, las Audiencias, las Universidades. Será seguramente un Código breve, pero de elasticidad práctica. Una concepción de tipo moderno.

Ha hablado el jurista, y debe hablar también el político. Y surge la pregunta que se relaciona con el tema del momento.

-¿Qué le parece el proyecto de constitución?

-Acepte mi silencio en este punto. Además de pertenecer a la propia Comisión que lo ha hecho me propongo hablar en el Parlamento cuando se discuta. Mi intervención de entonces invalida el juicio anticipado de ahora.

-¿Ha estudiado usted la fisonomía política del nuevo Parlamento?

-No sé exactamente lo que ha venido a él. Pero fío mucho en su obra. Puede haber una eficacia muchas veces en la improvisación. En política, lo que más nos ha perdido hasta ahora es creer que el intelectualismo lo era todo. Gentes modestas con gran sentido político, aunque carezcan de dotes oratorias, pueden hacer un gran papel en el Parlamento.

-¿Qué le decidió a afiliarse al socialismo?

-Yo siempre he estado en el partido socialista de un modo espiritual. Por mis ideas he sido socialista siempre. Mi postura hasta ahora era de independencia porque creía que así podía ser más útil.

-¿Qué posibilidades asigna usted al socialista en España?

-Muchas. El desarrollo del socialismo en nuestro país es cosa evidente, y lo será más. Yo mantuve mi posición aislada por creer que había que hacer la guerra de guerrillas, y la disciplina del partido podía impedir mi acción, o, si la proseguí, podía yo comprometer y perjudicar a los organismos socialistas. Una vez que acabó aquello fui derecho a lo que consideraba mi manera ideológica. Es el programa de Marx. Y mi manera sentimental. La cuestión de táctica está muy bien en el socialismo. Es el único que tiene un programa sin que lo haya hecho un jefe.

-¿Piensa usted que debe gobernar el socialismo en España?

-En eso estoy perfectamente identificado con la conclusión a que ha llegado el partido en el último Congreso. Debe pasar bastante tiempo. Dos o tres años. Es posible que se precipiten las cosas. Pero debe esperarse. El Socialismo tiene gente que se capacita rápidamente. La técnica del Congreso ha sido de gente muy capaz y disciplinada.

-¿Qué espera de las Cortes?

-Que realizarán su labor sin grandes dificultades. Tengo fe en las Cortes y en la República. Lo ocurrido en la sesión preparatoria ha sido muy interesante. Los ministros salían del Congreso y la gente les aplaudía. El pueblo espera mucho de este Gobierno y del nuevo régimen. Las discrepancias, las divergencias de los extremos, eran lógicas. En cuanto al extremismo sindicalista, es cosa aparte por su apoliticismo.

-¿Posibilidades del comunismo en España?

-Aquí no hay verdadero comunismo. Entre el comunismo y el socialismo no hay grandes diferencias. Sólo de táctica. Aquí hay lo que se puede llamar comuniestadismo. Es un comunismo esnobista. Por ahí no veo peligro. En cambio, el acontecimiento actual de Alemania, sí me parece muy peligroso. La bancarrota de Alemania, si se llega a producir, es algo que le empujará fatalmente al fascismo o al comunismo. Y eso puede ser un gran peligro para nosotros. Y allí no puede ser como en Rusia, que es un país casi asiático. Esto es el centro de Europa. Y se trata además de uno de los países más cultos.

-¿Sería grave?

-Sería interesante. A mí en política, nada me parece grave. Lo que sí es peligroso es que España mantenga su mesianismo. Cuando se trata de juzgar a un hombre políticamente sólo nos fijamos en si es más o menos conocido, en si ha escrito mucho o poco. Es la afición al tipo de caudillo medieval.

-¿Quién debe ser Presidente de la República?

-No sé. Pero éste es un caso en que no hay que huir de esa vieja norma. Los socialistas supongo que votarán a un republicano que consideren apto, sin preferencias. Hay que acabar con el tópico «Fulano tiene el secreto». No es verdad. Nadie tiene toda la sabiduría.

-¿Cuál es a su juicio, la actitud lógica de las generaciones escolares? ¿Qué espera usted de ellas?

-Espero que se percaten de que han cumplido una gran misión al traer la República, pero que después tienen que volver a sus aulas, a su ciencia. No deben, sin embargo, abandonar la vigilancia. Su misión es evitar que España caiga en una dictadura de tipo lusitano.

-¿Cuál va a ser su actuación parlamentaria?

-Intervendré en la discusión de la Constitución, pero sólo en cosas de mi competencia: en los puntos fundamentales de lo que ha de ser el nuevo Estado, en la cuestión religiosa, en todo lo que me afecta como socialista, como profesor y como penalista. Por lo demás puede asegurar que no tengo el menor interés en hacerme un hombre en política.

Todo esto, -y el profesor vuelve la vista hacia sus libros y papeles- me interesa más, muchísimo más que aquello.

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