Declaraciones de Salvador de Madariaga

El Sol, 5 de septiembre de 1931

Declaraciones de Salvador de MadariagaLa revista «L'Europe Nouvelle», que fundó hace unos años un premio político, concedido en 1930 a D. Salvador de Madariaga por su libro «Ingleses, Franceses y Españoles», publica hoy, con el título «La España Republicana», una interesante declaración del embajador de Washigton y delegado de la Sociedad de las Naciones. He aquí un resumen de las palabras del ex-director de la Sección del Desarme en el organismo de Ginebra:

«El pueblo español sabe que la Humanidad está más dispuesta a sorportar cualquier cosa, cuando los males son soportables que a corregirse aboliendo las formas a que está acostumbrada. El pueblo español ha soportado pues, sus sufrimientos en el silencio bastante triste, en tanto que un soldado, sin duda intencionado, pero ignorante, y cuya memoria está protegida hoy por la muerte y la caridad, trata de gobernar por medio de improvisaciones a una de las más viejas naciones de la vieja Europa.

El pueblo español, al fin libre, usa de su libertad. Tiene al «handicap» de los males del pasado: el sistema de instrucción pública no se halla adaptado a las condiciones modernas; pero mucho cuidado... Oímos hablar con exceso del analfabetismo español. Cualquiera que haya conversado con campesinos españoles analfabetos y haya oído sus proverbios y sus cuentos populares, inspirados en una filosofía tan profunda y que revisten una forma política tan perfecta, sabe que el analfabetismo puede contener en ocasiones siglos de sabiduría y de espíritu, junto a los cuales los conocimientos estandardizados de los lectores de periódicos son poca cosa.

El expléndido renacimiento de la cultura española, comenzado hace unos cincuenta años, que ha sido causa de la revolución actual, es una garantía de que la reorganización universitaria y de la segunda enseñanza se llevará a cabo con poder e inteligencia.

La reforma radical del Ejército, efectuada con tanta cortesía y humanidad, es una obra admirable. Nunca se asignará excesiva importancia a la cuestión religiosa; una declaración irreflexiva del arzobispo de Toledo determinó desórdenes dirigidos contra los establecimientos eclesiásticos; pero aún en ese caso, cuando podía creerse que el pueblo español se hallaría desbridado y cometería atentados contra las personas, como ocurre en las revoluciones, no causó víctima alguna. Todo lo que desea el Gobierno español es que cada cual tenga derecho a practicar en paz la creencia que estima conveniente.

En lo que respecta a la agitación social, se oye hablar de comunismo ahora hace menos que algunas semanas. Lenin y el bolchevismo son fenómenos específicamente rusos, y del mismo modo que la República rusa no ha querido imitar a la francesa, la española no querrá imitar a la rusa.

Los movimientos a favor del particularismo que pueden observarse en diversas regiones de España constituyen signos de riqueza y diversidad, que conocen bien quienes han visitado la península.

Una vez que España haya promulgado su Constitución y elegido su jefe del Estado, habrá estabilizado su vida política, dos años después de la caída de la Dictadura y ocho meses después de la caída del trono más antiguo de Europa. Entonces podrá abordar la estabilización de su moneda, para cuya operación está bien preparada. Y podrá actuar de tal forma, que el mundo aproveche sus direcciones constructivas a favor de la paz y del desarme.

(Febus)

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