Dircurso sobre el Estatuto de Cataluña

Lluis Companys - Diario de Sesiones de 6 de mayo de 1932

Señores diputados, esta tarde entra el Parlamento español en la fase última y definitiva de la resolución del problema de Cataluña, y ello es de un alcance y de un volumen que no es menester subrayar; de ahí que a todos los señores diputados, intervengan o no en este problema, les alcance una gran responsabilidad, y muy singularmente a los diputados de esta minoría catalana, y, quizás, de un modo especial, a mí, porque las circunstancias me han colocado en un puesto de gran responsabilidad muy superior a mis modestas fuerzas. Pero tengo la conciencia clara y la percepción exacta de esta responsabilidad y estoy limpio de pasiones que desvíen el juicio, porque, por ser catalán, catalán hasta los tuétanos, y por ser también racialmente republicano, por mi educación política, por mi historia, por mis antecedentes, por mi emoción española, a través de mi vida llega a mí, como en un impulso automático, la conciencia de esta responsabilidad, y creo que ello dará a mis palabras la discreción que en otro momento no tendrían. Y no digo esto por las breves que ahora voy a pronunciar, que serán, como he manifestado, muy pocas, sino por sucesivas intervenciones.

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Discurso sobre el Estatuto de Cataluña

Miguel Maura - Diario de Sesiones de 6 de mayo de 1932

Me levanto, señores diputados, con plena conciencia de la responsabilidad que sobre todos pesa al tiempo de empezar el debate del Estatuto de Cataluña. No creo que haga falta esforzarse en demostrar la importancia del tema que vamos a debatir. Desde el comienzo del siglo -me parece que fue el año 901 cuando se debatió por primera vez en esta Cámara alrededor de las bases de Manresa el tema catalán- viene este problema pesando sobre la vida pública española y viene perturbando toda la política nacional. Puede que no haya pasado una sola legislatura que no haya dedicado largos debates al tema catalán; pero siempre lo hacía alrededor de documentos que no tenían estado parlamentario o de manifestaciones de los diputados en la Cámara. Es ésta la primera vez que el Parlamento español delibera sobre este tema con un texto concreto, articulado, para votarlo y resolverlo. Y lo primero que se advierte es la necesidad de considerar brevemente las posiciones que fuera de esta Cámara adopta el país alrededor del tema.

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El Estatuto de Cataluña

Julio Camba - Haciendo de República - 1934

Un día, al final de cierta sesión nocturna, don José Ortega y Gasset apareció en el salón de sesiones del Congreso, donde, con voz débil y ademán vacilante, porque su salud se encontraba entonces bastante quebrantada, declaró que los conceptos de autonomía y federalismo no eran conceptos análogos, sino conceptos opuestos. Para decir una cosa tan sencilla, tuvimos que sacar de la cama con toda urgencia, hacia las cuatro o cinco de la madrugada, al filósofo máximo de la nación, llevándolo a la plaza de las Cortes poco menos que en unas parihuelas, y es que, sencilla y todo, esa cosa no la sabía nadie en el Congreso. Para aquellos energúmenos era lo mismo ensamblar las piezas de un puzzle, a fin de formar un cuadro, que coger un cuadro y hacerlo añicos, al objeto de crear un puzzle, y era igual buscar un aumento de poder en la unión con otros países que desmembrar el territorio nacional en regiones más o menos independientes.

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Mi rebelión en Barcelona

Ramón María del Valle Inclán - Ahora, 2 de octubre de 1935

Reinaba Isabel II. Acaba de proclamarse su mayoría de edad. Todavía no era llegado el desposorio con su primo el señor infante don Francisco. Ya se cursaba, sin embargo, la intriga ultramontana para consumar aquel adefesio. Reinaba Isabelona y era presidente del Consejo don Salustiano Olózaga. Entre los personajes del progresismo, ninguno tan señalado por el saludable liberalismo de sus convicciones, la prudente entereza de sus actos, la elocuente dignidad de su palabra. Don Salustiano traía en su sobreaviso a la camarilla ultramontana.

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La última lección de D. Miguel de Unamuno

Miguel de Unamuno - Boletín Oficial del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, 1932

ORDEN MINISTERIAL

Ilmo. Sr.: Con objeto de que alcancen la mayor difusión posible entre los estudiantes las elevadas y certeras palabras que el glorioso Maestro D. Miguel de Unamuno les dirigió en el solemne acto de la apertura de curso celebrado en la Universidad de Salamanca el 30 de Septiembre, con motivo de su jubilación en el Profesorado.

Este Ministerio se ha servido disponer:

1.º Que se publique en el Boletín Oficial de este Departamento la alocución a los estudiantes mencionada; y

2.º Que dicho texto se fije en el tablón de anuncios de todas las Universidades, Institutos de Segunda enseñanza, Escuelas Normales del Magisterio primario, Escuelas de Bellas Artes, Conservatorios y Escuelas dependientes de la Dirección general de Enseñanza Profesinal y Técnica.

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¿Adónde vamos?

Miguel de Unamuno - Cruz y Raya nº 5, 15 de agosto de 1933

Procedióse a forjar una Constitución republicana, la de una república semi-federal-federable-, semi-socialista y semi-jacobina. Y entre tanto se hablaba de revolución, de una revolución que apenas hay quien sepa en qué consiste, y los que menos lo saben son los sedicentes revolucionaros. Mas la verdadera revolución, la honda, la de la conciencia pública, se iba y se va abriendo camino por más dentro de las capas que podríamos llamar políticas de la población española. La verdadera revolución, el ascenso a la conciencia pública ciudadana de los íntimos anhelos del pueblo, esta revolución se hace fuera de los partidos políticos. los programas de éstos, de los partidos políticos organizados, con sus comités y sus congresos, no le dicen nada al pueblo. La llamada masa neutra empieza a hacerse, bajo el acicate revolucionario, una conciencia histórica. Que es política, aunque no de partido alguno. Una conciencia española. Y reviven viejas tradiciones.

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Esa revolución...

Miguel de Unamuno - Cruz y Raya - nº 1, 15 de abril de 1933

¡Estamos haciendo la revolución! ¡Tenemos que acabar la obra revolucionaria! O aquella tan socorrida, típica y tópica metáfora del cabalgar. Hay quien cree que hace galopar a su corcel -o lo que sea- entre ladridos; que lleva a su cabalgadura, cuando es ésta la que le lleva. Y va desbocada, que el torpe jinete no sabe manejar ni las riendas ni las espuelas.

Como aquel que arrebatado por un huracán se ponía en un balandro a soplar la vela creyendo que así contribuía al huracán. Y después, al ir apuntando el alba, encendía una cerilla para ver salir el sol. ¡Todo una persona! Y tomaba por ladridos los embates de las olas contra el quebradizo casco del pobre balandro.

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Discusión sobre el uso del catalán y del castellano en la educación de Cataluña

Sánchez Albornoz, Unamuno, Maura y Azaña - Diario de Sesiones, 22 de octubre de 1931

El Sr. Presidente: El Sr. Sánchez Albornoz tiene la palabra.

El Sr. Sánchez Albornoz: Quiero comenzar, Sres. Diputados, por declarar que esta enmienda no responde exactamente al pensamiento de ninguno de los firmantes, ni siquiera al mío (Rumores y risas.) Sin embargo, todos hemos aceptado el texto de la misma, con la mira puesta en el porvenir de la República y de España; hemos cedido cada uno una parte de nuestras opiniones; hemos descendido de nuestras posiciones ideales, porque, Sres. Diputados, se trata de algo trascendental para la vida de España.

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Discurso de Unamuno en el Congreso sobre las lenguas hispánicas y a propósito de la oficialidad del castellano

Miguel de Unamuno - Diario de Sesiones, 18 de septiembre de 1931

El Sr. Unamuno: Señores diputados, el texto del proyecto de Constitución hecho por la Comisión dice: «El castellano es el idioma oficial de la República, sin perjuicio de los derechos que las leyes del Estado reconocen a las diferentes provincias o regiones.»

Yo debo confesar que no me di cuenta de qué perjuicio podía haber en que fuera el castellano el idioma oficial de la República (acaso esto es traducción del alemán), e hice una primitiva enmienda, que no era exactamente la que después, al acomodarme al juicio de otros, he firmado. En mi primitiva enmienda decía: «El castellano es el idioma oficial de la República. Todo ciudadano español tendrá el derecho y el deber de conocerlo, sin que se le pueda imponer ni prohibir el uso de ningún otro.» Pero por una porción de razones vinimos a convenir en la redacción que últimamente se dió a la enmienda, y que es ésta: «El español es el idioma oficial de la República. Todo ciudadano español tiene el deber de saberlo y el derecho de hablarlo. En cada región se podrá declarar cooficial la Lengua de la mayoría de sus habitantes. A nadie se podrá imponer, sin embargo, el uso de ninguna Lengua regional.»

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Comentario. Individuo y Estado

Miguel de Unamuno - El Sol, 21 de julio de 1931

No bien leído en ese mismo diario el artículo del amigo Araquistain sobre «El complejo sindicalista», tomo la pluma, y no con talante polémico, para comentar algo de lo que en él dice su autor. Es esto: «La tesis del individualismo español, o sea el antiestatismo español, como generalización, me ha parecido siempre una tontería. Un régimen tan férreamente estatista como el que ha imperado en España durante tantos siglos no se explica sin una anuencia espiritual de la mayoría del pueblo.»

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